miércoles, 18 de agosto de 2010

El espacio huele a biscocho quemado


Al emerger de la esclusa para iniciar un paseo espacial "los colores de la Tierra te explotan en los ojos cuando sales mirando hacia el planeta", comenta el astronauta Doug Wheelock, que ha realizado tres salidas de la Estación Espacial Internacional en poco más de una semana para arreglar una avería en el sistema de climatización. "Luego llega el olor del espacio, que he oido describir como cuando se quema un bizcocho o galletas, o como el olor de una cerilla al apagarse". Wheelock explica que las marcas como de quemaduras que se observan en la cubierta térmica de la puerta de la esclusa en la imagen se deben al efecto del vacío y del oxígeno atómico sobre los hilos y el sellador utilizados.

La avería en la base espacial, que supuso reducir al mínimo la actividad diaria en su interior, se ha reparado satisfactoriamente y ya funciona el circuito de refrigeración estropeado, informa la NASA. Wheelock y su compañera Tracy Caldwell lograron reeemplazar la bomba averiada por otra nueva. Se espera que para mañana la estación esté ya en condiciones normales.

Caldwell está ya casi haciendo las maletas, porque está previsto que vuelva a la Tierra en septiembre junto a dos de los tres tripulantes rusos a bordo de una nave Soyuz ahora atracada en la estación.

Fuente: El País (18/08/2010)


Avances significativos en el tratamiento del SIDA

El virus de inmunodeficiencia humana (VIH), que causa el sida, es un patógeno endiabladamente complicado. Tiene una genética muy sencilla (apenas nueve genes), pero le bastan y le sobran para resultar devastador. Parte de su éxito está en que pasa la mayor parte de su tiempo oculto, con su material genético integrado en el de las células que infecta (los linfocitos del sistema inmunitario sobre todo). Pero científicos de la Universidad Hebrea de Jerusalén han conseguido darle la vuelta a esa ventaja, por lo menos en un cultivo celular -es decir, falta mucho para que pueda usarse en personas-. El trabajo se publica en AIDS Research and Therapy.

La clave del trabajo está en una observación: las células infectadas tienen una mayor tendencia a suicidarse que las sanas. Este proceso es natural, y se debe a los sistemas de autocontrol del organismo. Lo que pasa es que en el ser humano no sucede lo suficiente ni en cantidad ni en rapidez, y por eso el VIH se instala en las personas y ya no las abandona. Pero los investigadores han encontrado el método para acelerar el proceso. Para ello, trataron las células de su cultivo con dos proteínas (ellos lo llaman un mix) que aceleran la integración del material genético del VIH en el de las células diana. Y, además, lo intensifica, de manera que entran más copias de las que esta puede resistir. Ante esa saturación, la célula opta por suicidarse (proceso que los científicos denominan apoptosis). Para evitar que, mientras la célula se autodestruye, sea una fuente de nuevos VIH (viriones en su estado inicial), se completa el tratamiento con uno de los fármacos que toman las personas con VIH para controlar la infección, un inhibidor de la proteasa.

La conclusión, con todas las precauciones, la resumen los autores del trabajo así: "La estimulación de la integración viral, combinada con la prevención de la producción de viriones por un inhibidor de la proteasa, no solo tuvo como resultado el bloqueo de la infección por el VIH-1 -hay varios tipos de virus-, sino también en el exterminio de las células infectadas por apoptosis. Este tratamiento ha limpiado el cultivo de las células que tenían virus integrados. Hay que añadir, sin embargo, que este novedoso enfoque de un tratamiento para el sida está solo en sus pasos iniciales".

Fuente: El País (18/08/2010)