domingo, 13 de febrero de 2011

ITALIA QUIERE ECHAR A BERLUSCONI

Berlusconi, ¡dimite!’Italia. Hoy habrá 117 manifestaciones en todo el país en contra del primer ministro italiano.


EFE. El movimiento social del Pueblo Violeta (“Popolo Viola”, en italiano) volvió a echarse a la calle para pedir la dimisión del primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, en la primera de las dos jornadas consecutivas de protestas contra el jefe del Ejecutivo y los escándalos que le rodean.

Este fin de semana numerosas manifestaciones tendrán lugar en todo el país con un grito de guerra común: “Berlusconi, ¡dimite!”. Y una particularidad: no se trata de movilizaciones lideradas por partidos políticos, sino por asociaciones y organizaciones civiles.

Fuente: La Republica

Juan Manuel Santos: Un inesperado giro a la izquierda?


¿UN INESPERADO GIRO A LA IZQUIERDA?


La entrevista se celebra el miércoles pasado, a mediodía, en la Casa de Nariño, la residencia oficial del presidente de la República en Bogotá. Santos llega con retraso al almuerzo previo, al que asiste también la canciller, María Ángela Holguín. Viene de dirigir una reunión en el Ministerio de Tecnologías de la Información, sobre la que el ministro, Diego Molano, un joven procedente de la iniciativa privada, comentará luego: "En toda mi vida en la empresa privada no había tenido una reunión tan dura y tan exigente como esta. Más parecía un consejero delegado con sus ejecutivos que una reunión de gobierno".

Ya en su despacho, le pregunto al presidente si la ley de tierras y la de víctimas, que busca resarcir y paliar a tantos damnificados por la violencia, los cambios tributarios previstos o su nueva retórica, alejada del discurso de fuerza que le caracterizó como ministro de Defensa del anterior presidente, Álvaro Uribe, claramente posicionado en la derecha, señalan un cierto desplazamiento hacia el centro izquierda.

Desde la ventana del despacho, en la fachada norte del palacio, se divisa el patio de armas, en el que una banda militar ataca sin piedad una y otra vez los compases de Funiculí, Funiculà, la popular cancioncilla napolitana que tiene previsto interpretar, junto con los himnos de Colombia y de los países respectivos, en la presentación de credenciales de un grupo de embajadores programada para esa tarde, entre ellos el español, Nicolás Martín Cinto. Entre una cita y otra, Santos tiene en la agenda recibir a César Alierta, presidente de Telefónica.

-¿Me equivoco si le digo que me ha parecido detectar un ligero corrimiento hacia el centro o el centro izquierda en su paso de ministro a presidente, dentro siempre de la fluidez y la vaguedad ideológica que caracterizan a los partidos políticos en Colombia?

-Esas definiciones de dónde se encuentra uno en el espectro político para mí han sido siempre muy difíciles de aceptar. Yo he sido siempre lo que llaman "tercera vía". Inclusive escribí un libro contando eso de la tercera vía [en colaboración con Tony Blair].

Me encanta el pragmatismo de Felipe González, que además es un gran amigo mío. Yo fui muy duro con la guerrilla cuando fui ministro de Defensa, pero es que cuando se trata de la guerrilla no es que uno sea de izquierdas o de derechas. Se trata de la autoridad y hay que luchar por la supervivencia de un pueblo. Esa es la obligación de cualquiera, esté donde esté en el espectro político. Pero si me obliga a definirme, yo me definiría del extremo centro.

-¿De dónde piensa sacar los recursos fiscales que necesita para construir un Estado viable? ¿Cree que podrá conseguirlo sin enfrentarse a los ricos y a los poderosos?

-Colombia ha tenido una tradición de responsabilidad y prudencia macroeconómica. La economía está creciendo a tasas altas. Nuestras tarifas impositivas son bastante altas, lo que pasa es que hay mucha evasión. Ahí hay un campo grande para aumentar los recursos y lo estamos haciendo. El plan de desarrollo tiene una previsión de ingresos fiscales que es consecuente con los gastos que tenemos. Y estamos en una bonanza minera y petrolera que nos dará recursos suficientes, espero, para poder hacer lo que está en el plan en los próximos cuatro años.

-Usted está diseñando o teniendo una visión del futuro para Colombia que parece bastante difícil de culminar en solo cuatro años....

-Yo quisiera poderlo hacer en solo cuatro años. Estoy trabajando con toda la dedicación, intensidad y rapidez para poder hacerlo en cuatro años, porque también tengo una gran convicción, y es que para un país lo más importante son sus instituciones. Pero si me pregunta si estoy pensando en la reelección...

-Efectivamente, le estoy preguntando por la reelección.

-Entonces la respuesta es no. Espero no tener que reelegirme, haber terminado en cuatro años y terminar mi vida mirando hacia el pasado con la suficiente satisfacción.

3.- CHÁVEZ Y EE UU, A LA VEZ. El 10 de agosto del año pasado, apenas tres días después de tomar posesión, Santos protagonizó el giro más sensacional de su presidencia: voló a la finca de Santa Marta, en Venezuela, donde se abrazó con Hugo Chávez.

El presidente venezolano había descalificado en términos muy duros a Santos como ministro de Defensa, había augurado una guerra si este ganaba las elecciones y, en general, había sostenido un enfrentamiento constante con Álvaro Uribe que derivó en una ruptura de relaciones diplomáticas y un temor real a que un conflicto entre ambos países arrastrase al conjunto de la región a una profunda desestabilización.

Ante los ojos atónitos de sus conciudadanos y de media América Latina, amén de Washington, Santos pareció arreglar en cuatro horas una pelea de años. Imposible, pues, extraer mayor rendimiento de un abrazo, le digo.

-Muchísimo rendimiento, en efecto. Mire, es que cuando llegamos, con Venezuela no había diálogo, no había relaciones diplomáticas, no había comercio, no había posibilidades de que nos pudieran dar un solo centavo de las deudas que teníamos. Chávez está ahora azuzando a nuestros enemigos desde su territorio.

Antes, ya se hablaba de algo que a mí me parecía inconcebible: de guerra. Entonces teníamos el peor de todos los mundos. Lo que hoy tenemos es realmente diferente. Tenemos un diálogo, tenemos relaciones diplomáticas, tenemos comercio, nos han pagado parte de las deudas e inclusive tenemos una cooperación en materia de seguridad.

-¿Y todo se consiguió con un simple gesto, sin más?

-Es que los gestos en la política y en la vida son fundamentales. El presidente Chávez y yo tradicionalmente hemos tenido una relación muy complicada porque nos habíamos dicho mutuamente cosas muy agresivas.

Pero a mí me preguntó que si yo había cambiado de parecer y yo le contesté: "Es que ahora soy presidente de la República y tengo una responsabilidad con el pueblo colombiano". Siempre he mantenido que uno puede tener unas buenas relaciones con personas, ya sea con el vecino o con el presidente, aunque se piense diametralmente opuesto, si se respetan las diferencias y eso fue lo que establecimos con el presidente Chávez.

Yo no voy a pretender que piense como yo, que se vuelva un demócrata liberal, ni yo me voy a volver un revolucionario bolivariano, pero si nos respetamos las diferencias y él no se mete en mis asuntos colombianos, ni yo me meto en asuntos venezolanos, podemos tener unas relaciones como las que estamos teniendo. Yo creo que así ganan los dos pueblos, el venezolano y el colombiano.

-De todas formas, me reconocerá que resulta inquietante que la región haya estado al borde de una guerra solo por el carácter de dos líderes...

-Pero es que la historia está plagada de ejemplos donde el carácter de los líderes, la enemistad de los líderes, determinan el futuro de pueblos enteros. Así es la historia, desafortunadamente.

-Chávez se comprometió a no permitir la presencia de grupos armados al margen de la ley. ¿Les consta que se hayan cerrado campamentos de las FARC?

-No nos consta y eso no se puede hacer de un día para otro. Él se ha comprometido con la no presencia de los grupos y ya estamos viendo más presencia de la guerrilla del lado nuestro. Y nos está entregando por primera vez gente capturada allá. Yo espero que eso continúe porque para nosotros es muy importante.

-De todas maneras, eso de que Chávez es su "nuevo mejor amigo", no se lo cree nadie, empezando por él...

-Es una ironía. Lo dije de forma irónica, pero sí tengo muy claro que quiero tener una relación cordial y constructiva con él. Eso es muy bueno para Venezuela y muy bueno para Colombia.

-Algunos creen o temen, o afirman creer o temer, que Colombia se está alejando de Estados Unidos. ¿Qué fundamento tiene esto?

-Ninguno. Yo soy muy proamericano. Y seguiré siendo muy proamericano, pero eso no excluye que sea amigo de otros países. Tal vez lo que estamos haciendo es diversificando nuestras relaciones internacionales y dejando de depender tanto de Estados Unidos. Pero de ninguna forma el acercamiento mío a otros países quiere decir que me estoy alejando de Estados Unidos.

-La nueva cercanía con Chávez puede haber influido en esa sensación.

-Pero no son excluyentes, es más, los americanos están muy contentos de la cercanía con Chávez porque eso significa que la región deja de tener un foco de conflicto y de dificultad. Y con Chávez no quiere decir que yo me vaya a volver antiamericano porque tengo relaciones cordiales con él, de manera que ahí no aplica el principio de exclusión mutua, todo lo contrario, se puede complementar también.

-El otro asunto es la congelación de la autorización para el uso por parte de tropas estadounidenses de bases colombianas.

-No creo que les preocupe. Ellos entendieron perfectamente que aquí no hay ningún cambio frente a lo que queríamos antes. Lo que sucedió es que hubo muy mal manejo por parte del Gobierno americano y del Gobierno colombiano en la explicación de lo que significaba ese acuerdo y permitieron que realmente se armara una tormenta en un vaso de agua.

-De todas formas, parece darse un sentimiento en Colombia de no entender por qué si se consideran aliados estratégicos con Estados Unidos todavía no disponen de un tratado de libre comercio (TLC).

-Es un sentimiento que está creciendo. El colombiano común y corriente no entiende muchas veces la política interna norteamericana, las dificultades entre los partidos. Ya llevamos demasiado tiempo, más de cuatro años. Lo importante del tratado, más que el acceso al mercado, es la seguridad en las reglas del juego para la inversión.

Esto sí nos puede haber perjudicado un poco. Pero en este momento, mire la ironía, a quien más le conviene el tratado es a Estados Unidos porque ellos sí que pagan aranceles para los productos que exportan a Colombia y están perdiendo mercado. Han perdido mercado en todos sus productos agrícolas frente a Canadá, Argentina y Brasil. O sea, que mientras nos sigan aprobando las preferencias [exenciones arancelarias], los que pierden son ellos.

-No está usted jugando al póker con ellos por el TLC [a Santos, igual que a Roosevelt, le gusta la baraja y es un gran jugador].

-No, no, mucha gente me dice que yo me acerqué a Chávez, o que hice mi primera visita a Francia para producir celos a los Estados Unidos. No, no hay nada de eso, yo tengo una magnífica relación con el presidente Obama y con los dos partidos, tanto el republicano como el demócrata.

-¿Y cuándo se va a aprobar?

-Yo creo que este año se aprueba.

-¿Tiene garantías de algún tipo?

-Tengo información. O se aprueba el tratado este año o no habrá tratado. Yo creo que más allá de este año es difícil que pase.

4.- LA MORAL Y LA DEMOCRACIA: UNA LECCIÓN. ¿Cuánto tiempo pueden resistir las instituciones de un país, sin derrumbarse, los ataques combinados de una guerrilla que dura ya 40 años y que ha llegado a asediar ciudades y ocupar pueblos; de decenas de miles de paramilitares que las combatían pero que eran tan asesinos como ella; o de los carteles de narcotraficantes en tiempos más poderosos del continente, que derribaban aviones civiles, secuestraban y asesinaban a políticos y ciudadanos? ¿Cómo mantener la cordura y la fe en la democracia cuando los servicios secretos espían a la Corte Suprema, docenas de legisladores del partido en el gobierno resultan imputados por sus relaciones con los paramilitares, y una treintena de ellos acaban en la cárcel? ¿Cómo asimilar que militares asesinen a dos millares de campesinos, estudiantes, sindicalistas, marginados de todo tipo, los llamados falsos positivos, para hacerlos pasar por guerrilleros abatidos y cobrar las correspondientes recompensas y ascensos?

Todo ello sucede o ha sucedido en Colombia. Y sin embargo, las instituciones del sistema democrático no solo se sostienen en pie sino que, en conjunto, probablemente funcionen mejor que en cualquier otro país de la región, característica esta que se ha mantenido inmutable a lo largo de la mayor parte del siglo pasado, en un momento en el que casi todo el subcontinente sucumbió de una forma u otra al autoritarismo en sus distintas formas.

La justicia investiga, los fiscales actúan y la prensa denuncia pese a los estrechos vínculos que caracterizan al establishment colombiano y que en tantos otros países sirven solo para secuestrar a las instituciones. Fue precisamente Semana, un respetado semanario político, propiedad de Felipe López, hijo y nieto de presidentes de la República, y dirigido por Alejandro Santos, sobrino del actual presidente, el que jugó un papel clave en el escándalo de los falsos positivos.

Juan Manuel Santos, entonces ministro de Defensa y superior jerárquico de los militares acusados, es hoy el presidente de la República. ¿Supone ello una traba más al correcto funcionamiento de las instituciones, de los jueces, de la investigación?

-En esas falsas ejecuciones extrajudiciales, los llamados falsos positivos, fui precisamente yo con el respaldo del presidente Uribe el que tomó las medidas para los que desaparecieron y lo hicimos de una manera contundente, transparente.

Tomamos todas las medidas que había que tomar con la Alta Comisaria de Naciones Unidas, que casualmente estaba por aquí. Por eso digo que eso es un ejemplo para el resto del mundo y el resultado final es que los falsos positivos desaparecieron. Ya no hay denuncias de falsos positivos.

El caso ahora es que la gente que fue responsable, pague. Hay más de 200 condenas en el sistema judicial y lo que estamos haciendo es darle todo el apoyo a las autoridades y al poder judicial para que pueda juzgar, porque al propio Ejército también le conviene que los culpables paguen, pero que los inocentes también sean declarados inocentes, porque aquí también ha habido mucha falsa denuncia.

De fondo, siempre, como un angustioso basso osstinato, retumba el inacabable conflicto con la guerrilla. Precisamente el miércoles de la entrevista, a las 6.30 de la mañana, las FARC liberaron al primero de cinco prisioneros cuya puesta en libertad se esperaba para los siguientes días. ¿Podía suponer eso un cambio de cara a un posible diálogo?

-De parte mía, no. No es suficiente, lo he dicho. Lo he repetido muchas veces. Colombia ha sufrido mucho los engaños de la guerrilla. Yo he dicho que necesito mucho más que la liberación de cinco secuestrados para que me muestren que realmente hay una voluntad de paz y que vale la pena iniciar algún tipo de diálogo. Muchas veces han utilizado estos diálogos y estas negociaciones para volverse a fortalecer, para ganar espacio militar o político y, como dicen vulgarmente en mi país y creo que en España también, al perro no lo capan dos veces.

La banda militar ataca furiosamente Funiculí, Funiculà por enésima vez en un contrapunto involuntariamente alegre a la solemnidad que destilan las últimas palabras del presidente. Entonces Santos se levanta, se despide con mucha cortesía y se marcha para recibir a César Alierta.


Fuente: El País