lunes, 4 de abril de 2011

Saturno y Júpiter: Guardianes planetarios

Los impactos en el planeta gigante y en el de los anillos, en 1994 y 1983 respectivamente, alteraron los patrones de la materia que gira a su alrededor:

Se ha preguntado alguna vez como la tierra permanece intocada por millones de años en el sistema solar sin sufrir daños considerables por el impacto de cuerpos celestes errantes en el espacio?

La noticia aparecida en el Diario El País, nos lleva a ensayar la
explicación de que por estar nuestro planeta ubicado en las órbitas interiores del sistema solar, tiene sus escudos protectores contra los ataques de cuerpos errantes de grandes proporciones, los que son atrapados por los campos orbitales y magnéticos de estos guerreros siderales y son pulverizados, ingresando a la zona interior del sistema solamente cuerpos pequeños que no causan daños catastróficos.

En agosto de 2009, el Sol iluminó los anillos de Saturno casi exactamente desde el plano ecuatorial, revelando un sutil arrugamiento en todo el anillo C similar al que se había identificado antes en el plano D.

Son como ondas en espiral en esas bandas del disco de materia que gira en torno al planeta. Un fenómeno similar se ha observado en el anillo principal, aunque mucho menos espectacular, de Júpiter. Dos equipos científicos, tras analizar esas arrugas de los discos, concluyen ahora que se deben probablemente a efectos de colisiones de cometas en 1983 (Saturno) y 1994 (Júpiter).

Los resultados pueden ser útiles no sólo para conocer mejor el entorno de estos grandes cuerpos del Sistema Solar, sino también, estudiando los cambios de estos anillos, para saber con qué frecuencia se producen esos impactos y estimar la población de cometas, dicen los investigadores en el último número de la revista Science.

Matthew Hedman (Universidad de Cornell) y sus colegas han basado su investigación, sobre todo, en las numerosas imágenes que tomó, en 2009, la nave espacial Cassini, de la NASA, que estaba entonces -y sigue estándolo- en órbita de Saturno.

Muchas de esas fotografías se tomaron, precisamente, para investigar las características de los anillos aprovechando las sombras y luces y producían la especial posición solar en aquellos meses. "Entre las estructuras más sorprendentes reveladas por esas imágenes destaca una serie de bandas brillantes y oscuras espaciadas regularmente en todo el anillo C", escriben estos científicos en Science.

Estas bandas no se habían identificado en fotografías enviadas previamente por la Cassini, aunque rasgos similares se conocían ya en otro anillo de Saturno, el C, y en el principal de Júpiter.

Al medir las propiedades de estas arrugas y hacer modelos acerca de cómo evolucionarían en el tiempo, los investigadores muestran que se forman por impactos de cometas contra los anillos, de manera que los restos alteran ligeramente su equilibro.

Así rastrean el choque cometario en el disco de Saturno hasta 1983, cuando el planeta, casi en conjunción solar, no se veía bien desde la Tierra. Hedman y sus colegas concluyen que un cometa, de aproximadamente un kilómetro de diámetro, fue capturado gravitacionalmente por Saturno y se fraccionó en muchos trozos que acabarían colisionando con los anillos y provocando las ondulaciones que se aprecian aún años después.

En cuanto a Júpiter, también se cuenta con imágenes privilegiadas tomadas de cerca: en 1996 y 200 por la sonda Galileo en órbita del planeta gigante y, en 2007, por la sonda New Horizons que se dirige a Plutón.

Otro equipo científico, liderado por Mark R.Showalter (Instituto Seti) y con la participación también de Hedman, se centran en un segundo artículo publicado en Science en el planeta gigante, en cuyos anillos encuentran patrones similares a los identificados en Saturno.

"Estos patrones son como dos espirales independientes enroscándose con una tasa definida por el campo gravitatorio de Júpiter", escriben. El patrón dominante de estas ondulaciones se originó entre julio y octubre de 1994, según sus cálculos, y esto apunta directamente, afirman, a los famosos impactos de los fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9, que fueron observados y seguidos con multitud de telescopios terrestres. "Las imágenes de la New Horizons todavía reflejan estos patrones 13 años después", destacan estos investigadores.

"Los impactos de cometas o sus fragmentos se producen regularmente en los anillos planetarios, alterándolos de manera que se aprecian sus efectos incluso décadas más tarde", concluyen Showalter y sus colegas. Hedman calcula que pueden producirse impactos de un objeto de un kilómetro de diámetro en Júpiter una vez por década. Los anillos son un registro de estos percances en los grandes planetas del Sistema Solar.

Fuente: El País