Este texto es del 2009, ¿Aún está vigente?
EL IMPACTO DE LA UNIÓN DE NACIONES SURAMERICANAS (UNASUR) EN LA CANPor Olga Cerqueira
El
siglo XXI trajo para América del Sur aires nuevos de integración, pues
se convocaron a una serie de cumbres regionales, y es a partir de la
Cumbre de Cusco (Perú), de finales de 2004, que se comenzó a hablar de
la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN).
La CSN, desde
su nacimiento, dio muestras de inusitado dinamismo pues se convocaron a
cumbres importantes, lográndose algunos resultados en los ámbitos
político, comercial y de cooperación sur-sur con los países árabes
(Brasilia 2005) y con la Unión Africana (Abuja, Nigeria, Noviembre 2006;
e Isla Margarita, Venezuela, Septiembre 2009).
En abril de 2007,
la CSN celebró una Cumbre en Isla Margarita (Venezuela) que se denominó
y desarrolló casi hasta el final como Cumbre Energética de la Comunidad
Sudamericana de Naciones. No obstante, en el curso de la reunión, los
presidentes aprobaron la propuesta de cambio de nombre, por el de UNIÓN
DE NACIONES SURAMERICANAS “UNASUR”, pues consideraron que UNION era más
comprometedor que COMUNIDAD, y que la denominación SURAMERICA es más
explicita en su referencia al SUR del planeta. El Tratado Constitutivo
de la UNASUR se aprobó en Brasilia, el 23 de mayo de 2008.
La
UNASUR está integrada por 12 países suramericanos: 5 del MERCOSUR
(Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay), 4 de la CAN
(Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia), además Chile, Surinam y Guyana. Su
diseño institucional es predominantemente intergubernamental: Consejo de
Jefes de Estado (con presidencia pro témpore rotativa de manera anual,
por orden alfabético); Consejo de Cancilleres; Consejo de Delegados
(altas autoridades de las Cancillerías), Grupos Sectoriales, Secretaria
General. El mecanismo de decisiones de los Consejos, según el artículo
12 del Tratado Constitutivo, es por consenso de los 12, lo que en la
práctica mayoritariamente ha significado unanimidad.
Diego
Cardona (2008) afirma que la UNASUR está planteada como un proceso
básicamente político, no económico ni técnico (lo comercial no se
considera de manera explícita, y se piensa que tiene de momento una
dinámica propia en la relación CAN-MERCOSUR). Si la construcción de
Suramérica avanza sustancialmente, el contenido técnico tenderá a ser
mayor, sin desplazar por ello al político A fin de cuentas el criterio
intergubernamental sigue siendo el básico en este proceso.
Desde
una perspectiva estratégica, sostiene Salazar (2008), se espera que la
consolidación de la UNASUR permita enfrentar de manera efectiva los
mayores problemas de la vida internacional, adoptando políticas y
acciones comunes en relación con la defensa de los sistemas
democráticos, la lucha contra la delincuencia internacional (drogas,
terrorismo, violación de derechos humanos), la promoción del desarrollo
sostenible y otras formas de cooperación solidaria entre los Estados.
También se espera que la dimensión y esencia política de este proyecto
de integración no sólo contribuya a la reinserción de América del Sur en
el sistema internacional, sino que propicie condiciones objetivas para
dar solidez a la seguridad regional generando solidaridades recíprocas
entre los pueblos, y principalmente entre los actores sociales y
económicos, y entre los gobiernos.
En opinión de Peña (2008) se aspira a
generar bienes públicos regionales que permitan neutralizar eventuales
tendencias a la fragmentación en el subsistema político internacional.
Sostiene además que aparte de sus objetivos políticos, desde su origen
esta iniciativa ha estado también relacionada con el desarrollo de
proyectos de infraestructura física y con la energía.
A través de
la observación de este contenido, y asumiendo una interpretación
doctrinaria realista, se aprecia que este proceso apuntaría a conseguir
el manejo de temas donde normalmente se ha denunciado injerencia, sobre
todo por parte de Estados Unidos en el ejercicio de sus estrategias para
mantener su hegemonía. Empero, el análisis se tiene que dirigir a
verificar si la UNASUR cuenta con los instrumentos necesarios para el
cumplimiento de estos fines.
Uno de los aspectos a resaltar es
que la propuesta de la UNASUR no ciñe su progresión a los postulados de
la teoría de la integración económica tradicional, impulsada por Jacob
Viner (1950), y Bela Balassa (1961), donde se concibe la integración
económica como requisito previo para niveles más profundos de
integración en otras áreas, en esta línea José A. Sanahuja (2008) en
referencia particular a la UNASUR, sostiene que: “Resulta difícil
caracterizarla como un marco de integración económica, en el sentido que
habitualmente se ha dado a esa expresión en América Latina. Sería más
correcto caracterizarla como una expresión del `regionalismo
post-liberal´…
El hecho de que, como se ha indicado, no se mencione a la
CAN y a MERCOSUR como elementos constitutivos o como organizaciones
asociadas a UNASUR, más allá de una referencia genérica a los actuales
procesos de integración, es un indicador significativo de la falta de
consenso que existe respecto a su papel en la formación de un espacio
económico sudamericano,” (2008:31).
Nogueira (2008) expresa que
el primer desafío de la UNASUR está relacionado con su coexistencia con
dos esquemas de integración ya establecidos -la Comunidad Andina de
Naciones (CAN) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR)- que tienen normas y
procedimientos propios, tanto en materia jurídica como económica y
comercial.
Este regionalismo post-liberal, desde mi perspectiva,
encierra el mérito de ser una propuesta pensada y planteada desde
Latinoamérica, por lo que constituye un intento de impulsar un “saber
hacer propio”, y si bien dos países (Brasil y Venezuela), estarían
disputando la conducción del proceso, empero los otros países tienen una
oportunidad para reforzar sus vínculos en la región y participar
activamente en la construcción del mismo.
Sin embargo, no se debe perder
de vista el importante potencial que significaría la emergencia de una
nueva entidad geoeconómica en una parte del mundo en la que existen
vastas reservas de recursos naturales, tales como minerales, agua,
tierras cultivables y energía.
Esta dotación de recursos naturales
sostiene Nogueira (2008)-apoyada por una infraestructura de primer nivel
y explotada por recursos humanos bien entrenados- puede tornarse en una
de las más importantes áreas económicas en un mundo globalizado que
consume grandes cantidades de alimentos, materia prima y energía.
El
caso del petróleo es bastante ilustrativo. Si fuesen comprobadas las
reservas brasileñas “off shore” -que podrían superar los 50.000 millones
de barriles- las reservas combinadas de Brasil y Venezuela serán
superiores a las de Arabia Saudita, estimadas en 250.000 millones de
barriles.
A su vez, grandes reservas y producción de petróleo, gas
natural, hidroelectricidad y biocombustible, permitirán una sólida
integración energética regional con beneficios para los doce países,
principalmente a los importadores de energía como Chile, Paraguay,
Uruguay, Surinam y Guyana.
No obstante, desde la perspectiva
teórica el proceso requiere aún profunda investigación, pues si tal y
como está establecido actualmente se supedita el avance del proceso a lo
negociado a nivel intergubernamental, y las decisiones son aprobadas
por unanimidad es previsible que el proceso continuará experimentando
obstáculos como el producido durante la reunión de los Cancilleres y
Ministros de Defensa de la UNASUR realizada el 15 de septiembre de 2009,
donde no hubo acuerdo ante la negativa de Colombia a la demanda de
varios países de la región de “transparentar” el acuerdo militar con
Estados Unidos, en pos de establecer medidas de confianza en materia
militar.
Ante un predominio de los mecanismos
intergubernamentales, se aboga por la generación de un contrapeso con
instituciones de carácter supranacional o comunitario. Sin embargo,
¿Cómo convencer a estos gobiernos para que deleguen en tecnócratas el
manejo de temas de alto contenido político?.
Una solución viable,
atendiendo la coyuntura actual de la UNASUR, estaría en la alternancia
de los gobernantes, pues por ejemplo en el caso de Colombia las
elecciones están programadas para el año 2010. Dada su importancia es
urgente promover la investigación sobre que otros mecanismos
posibilitarían la facilitación en la negociación de temas de alto
contenido político, y si los países suramericanos están preparados para
incorporarlos.
Las interrogantes que ahora corresponde dilucidar
es ¿Cuál es el impacto de la UNASUR en la CAN?, ¿Lo fortalece o debilita
como esquema de integración subregional?. En la CAN, a partir de la
adopción -por parte de los gobiernos de los países andinos- de la
estrategia de regionalismo abierto, a principios de los años noventa, se
han registrado progresos en términos de liberalización arancelaria
intracomunitaria, lo que ha generado un incremento del comercio
intra-CAN; sin embargo, este progreso no ha podido cubrir las
deficiencias registradas en la generación de una estrategia subregional
capaz de orientar la actividad de los agentes económicos trasnacionales
en función a las ventajas que podría otorgar un mercado subregional
ampliado.
Asimismo pocos son los cambios registrados en la estructura de
producción de los países andinos reforzándose más bien su rol de
proveedores de materias primas al mundo, manteniéndose la situación de
dependencia en la relación norte-sur, evidenciándose también una
incapacidad para generar un nivel suficiente de interdependencia
intracomunitaria que fundamente la necesidad de la profundización de la
integración.
Además, desde el año 2006 se ha agudizado la
situación de crisis interna, pues a partir de la confrontación
ideológica de los países miembros, Perú y Colombia negociaron y firmaron
acuerdos bilaterales de libre comercio con Estados Unidos, lo que
condujo a la decisión de Venezuela de abandonar la CAN.
Estos
resultados poco satisfactorios tienen su origen en la preeminencia de
los órganos intergubernamentales de la CAN, en relación a los de
carácter comunitario o supranacional, pues la gestión y actuación de
estos últimos son los que generan mayores niveles de interdependencia,
en la medida que en estos órganos se toman decisiones sin atender, de
manera prioritaria, los intereses individuales de los países miembros.
Por
el lado de los beneficios que aporta la UNASUR a la integración
latinoamericana, y que repercute directamente en la CAN está la creación
del Consejo Sudamericano de Defensa. El objetivo del Consejo -aceptado
por la mayoría de los países- es generar un espacio de debate en el área
de seguridad y defensa, evitando situaciones que potencialmente puedan
generar conflictos como la ocurrida entre Colombia, Ecuador y Venezuela
(cuyo punto más álgido se produjo con el operativo militar “Operación
Fénix, en marzo de 2008)
Además, es positivo que la UNASUR proporcione
otro espacio de diálogo para temas donde hay un enfrentamiento profundo
entre países miembros de la CAN, de tal manera que se puedan ensayar
mayores probabilidades de negociación y solución, o incluso iniciar
diálogos sobre temas que son de difícil abordaje y resolución al
interior del bloque andino. Es el caso –por ejemplo- de la propuesta
peruana de un pacto de no agresión entre los países de la región
suramericana.
Otra de las potencialidades que ofrece la UNASUR, se
visualizó durante los acontecimientos producidos en 2008 en la crisis
política surgida en Bolivia, pues ha sido la primera vez en la historia
de la integración latinoamericana donde los países miembros – bajo la
convocatoria de la presidencia Pro-Tempore- se reunían para deliberar y
expresar su apoyo contundente a la legitimidad democrática de uno de sus
gobiernos. En el contexto de la CAN se puede afirmar que esta actuación
de la UNASUR ha consolidado la institucionalidad y gobernabilidad
(vigencia de la democracia, al respetarse los resultados del referéndum
de revocatoria realizado en Bolivia) en la subregión, contribuyendo al
fortalecimiento de la integración andina.
De otro lado, el
protagonismo de la agenda política a nivel suramericano no ha sido
acompañado por una actuación conducente al fortalecimiento de los
procesos de integración económica en pos de la convergencia
CAN-MERCOSUR, lo que ha tenido un impacto negativo en la CAN pues ha
contribuido a profundizar la polarización ideológica de los países
miembros, facilitando una adhesión más comprometida por parte de Ecuador
y Bolivia en torno al ALBA, y la permanencia de Perú y Colombia en su
orientación liberal ortodoxa. El riesgo es que con la creación de la
UNASUR se genere un espejismo que termine diluyendo los pocos activos
acumulados por el Mercosur (Nogueira, 2008), y la CAN.
Este
panorama exige que se propicie una actuación contundente e inmediata por
parte de la UNASUR, tanto a nivel de fortalecimiento de la cohesión
intracomunitaria andina, como de convergencia económica CAN-MERCOSUR. El
problema es que la UNASUR tampoco ha resuelto el tema de la
preeminencia intergubernamental (es más, en su caso la supranacionalidad
aún es casi inexistente), por lo que existe el riesgo de que la
resolución de conflictos a nivel suramericano no pueda resolverse
eficazmente.
Empero, en el ámbito suramericano se cuenta con la
presencia de países importantes que podrían convertirse en federadores
externos de la integración andina, es el caso de Brasil; pero la
interrogante a formular en este punto es si los países miembros de la
CAN están preparados para una intervención de un federador
intra-regional que impulse el fortalecimiento de la integración andina.
Es precisamente en este instante donde se puede apreciar la
interrelación e interdependencia que existe entre ambas agendas a nivel
suramericano, es decir de un lado la agenda política, y de otro el tema/
agenda del fortalecimiento de la integración andina y del cono sur en
pos de una convergencia CAN-MERCOSUR. Pues en el caso de una supuesta
intervención de Brasil es previsible que países como Perú o Colombia,
muy vinculados a sus socios estadounidenses muestren cierta renuencia.
En
la medida en que se hayan registrado avances en los temas referidos a
relaciones hegemónicas en la agenda política suramericana será más
viable avizorar escenarios donde sea posible la cooperación
intra-suramericana para temas referidos a la creación de un espacio
económico suramericano a partir del fortalecimiento de la integración
andina y del cono sur, y de una convergencia económica entre ambos
bloques, tema de trascendental importancia en el actual panorama mundial
geoeconómico.
Para finalizar, la asunción de que la UNASUR puede
fortalecer a la CAN requiere el reconocimiento, por parte de los
conductores de los procesos de integración (CAN, MERCOSUR, UNASUR), de
la interrelación e interdependencia de ambos temas, de tal manera que la
especial atención que se está prestando a la agenda política regional
suramericana no signifique una pérdida de interés en la promoción del
fortalecimiento de la integración andina, y del cono sur en pos del
cumplimiento de las metas de convergencia económica CAN-MERCOSUR.
BIBLIOGRAFÍA
Balassa, B. (1961), “The theory of economic integration”. Homewood, IL: R.D. Irwin.Cardona, D. (2005), “¿Tiene futuro la Comunidad Sudamericana de Naciones?”, en Foreign Affairs en Español. Volumen 5, número 2. Abril-Junio.
Cardona, D. (2008), “El ABC de UNASUR: Doce preguntas y respuestas”, en Revista de la Integración. Número 2, Julio 2008, pp. 19-30.
Fuente: Disponible en: http://www.novagob.org/discussion/view/18426/%C2%BFque-creen-este-texto-es-del-2009-%C2%BFaun-esta-vigente#.UmSPlW6k57E.facebook
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