EL VIRUS GRIEGO
Por Cesar Levano
En enero de 2002 ingresó en los mercados del mundo una nueva moneda, el euro. Un efecto inmediato fue el encarecimiento de los productos de consumo en la Unión Europea, con el consiguiente enriquecimiento de consorcios y bancos. Ahora, esa divisa tambalea, y hay quienes proponen su desaparición.
El semanario alemán Focus aporta en su edición de esta semana un texto de siete economistas que formulan algo así como un réquiem para el euro. Un gráfico sintetiza la idea: Neuro 2010.
El artículo se inicia con la precisión sobre cómo los bancos centrales de Europa han decidido aceptar como válidos los casi inútiles papeles de la deuda griega. (Claro que, como se explica en otras páginas de nuestro diario, hay bancos y especuladores que esperan aprovecharse de la tragedia griega.)
“Imposible exagerar lo dramático de la situación”, expresa Focus. “La comunidad financiera internacional intenta nada menos que prolongar al mismo tiempo la vida de dos casi cadáveres. Un Estado que está prácticamente en quiebra. Y una unión monetaria que en realidad ya no existe”.
El euro, prosiguen los economistas, no estaba vacunado contra el virus griego. Y éste infectó pronto a los países mediterráneos, y ahora amenaza a toda Europa.
Los contribuyentes alemanes deberán aportar, durante tres años, 22,400 millones de euros para el paquete destinado a Grecia. En ese mismo plazo, los griegos deberán ahorrar 30 mil millones de euros. Esto último es prácticamente imposible, pese a los despidos, que crecerán con la recesión provocada, y el alza de impuestos.
Como se demuestra en esta edición, al fin de la batalla los griegos tendrán una deuda mayor que la de hoy.
Para enfrentar la crisis, el texto de Focus presenta la propuesta de Dirk Meyer, profesor de economía de la Universidad de Hamburgo: crear un nuevo marco alemán, que sustituiría al euro en Alemania. Durante los seis meses que requeriría imprimir el nuevo dinero, estarían en circulación tres tipos de euros: el normal, el euro alemán y el euro casi dinero griego.
Los grupos financieros privados y el Fondo Monetario Internacional han dictado contra Grecia (y contra la política social) una pena de cadena perpetua.
Lo más razonable hubiera sido que Atenas decidiera una moratoria de su deuda; es decir, una suspensión de pagos. De esa manera hubiera por lo menos mitigado la rebelión social que cunde en el país, encabezada por la izquierda revolucionaria, con el apoyo masivo e impetuoso de los jóvenes.
Las moratorias no son insólitas. En décadas recientes, México y Argentina recurrieron a ellas. El Perú decretó en 1932, cuando sufría el colapso contagiado desde Wall Street, una moratoria tajante. Sólo 15 años después reanudó el pago.
En esa época no existía Fondo Monetario Internacional.
Fuente:La Primera (13/05!2010)
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